¡Tu carrito actualmente está vacío!
Internet estaba lleno de espacios públicos. Hoy se ha convertido en un complejo de jardines privados

Hay artículos que uno encuentra mientras navega y le hacen asentir durante toda su lectura por pura inercia, como el Elvis hortera que algunos ponen sobre el salpicadero. El de esta semana ha sido uno publicado en The Verge. El titular es bastante elocuente: «No quiero iniciar sesión en tu web«.
La autora, Elizabeth Lopatto, con algo de saña, por qué no decirlo, enumera las webs y plataformas que le han complicado las lecturas o las búsquedas intentando hacerla cautiva de la entrega de su propio email. Google, Substack, The New York Times, The Atlantic… Todos esos lugares donde uno acude a leer algo y se encuentra con una pared: si quieres seguir leyendo, introduce tu correo electrónico».
Ugh.
¿Quieres rollo?
Escribir en JTech es lo que me paga las facturas y me llena la nevera, así que entiendo los desafíos de la prensa online, la creación de contenidos y cualquier producto cuyo modelo de negocio pase por la distribución gratuita. Entiendo que hay líneas que resulta molesto cruzar, que el lector no es idiota y sabe cuándo han sido rebasadas, y que en el fondo, todo forma parte de la búsqueda de un equilibrio perfecto.
Yo le ofrezco contenidos que usted va a querer leer, ver o escuchar a cambio de unos píxeles publicitarios que no le resulten tan molestos como para que decida largarse. A veces le disgustará ver algún anuncio que francamente es lamentable y nosotros trataremos de controlar que no aparezcan más como ese, pero como esto no le cuesta dinero, tampoco se lo tomará muy a pecho, y así prolongaremos esta armoniosa convivencia. Capisci?
Dicho eso, como seguimos siendo un espacio que cualquiera puede entrar a leer sin tener que registrarse ni mucho menos pagar, creo que no resulta demasiado paradójico traer aquí esa queja: cada vez hay menos espacios públicos para la información en la red. O al menos cada vez es más complicado encontrarlos. Y cuando uno llega a ellos, están tapados o cercenados. Y no solo es cosa de muros de pago.
Hace unas semanas quería saber el significado de una expresión francesa. No solo su traducción literal, que hubiese sido mucho más fácil de localizar, sino la connotación cultural que la matiza: algo que requiere una explicación. Una búsqueda en Google me llevó a un lugar inesperado: TikTok, una red en la que no tengo cuenta ni quiero tenerla.
Hice click y el panorama era el siguiente: de fondo, una mujer explicando el concepto, pero con el vídeo silenciado por defecto. Encima, una ventana que me pedía iniciar sesión o registrarme para poder hacer cualquier cosa, como activar el sonido del vídeo. Y encima, un captcha para asegurar que era humano. Abajo del todo, por cierto, el aviso de cookies. Cerrar pestaña.